Tanta sangre caída sobre la tierra. Tanta
vida segada cuando su aurora comenzaba.
Todo por el anhelo de poseer tierra
y de alzar en la tierra fronteras y murallas.
Tierra escupida de blasfemas y sollozos,
de pólvora y de sangre, tierra de batallas,
después te mordieron y te desmantelaron
¿cómo podrá tu entraña florecer rosas blancas?
Las manos de los muertos, las bocas de los muertos,
se apegaron a ti sangrientas y crispadas.
Te cubrieron entera de huesos y cenizas,
te quemaron los bosques y te enturbiaron las aguas.
Y tú piadosamente recogiste la sangre
para elevarla al sol, dulce y purificada.
¡ Oh!, melodioso viaje de la sabia en los troncos,
rumbo al retoño niño o a la flor deslumbrada!
Yo no sé qué designio preside tus alquimias.
Luchan por ti los hombres, tierra de las batallas.
Luchan, y no comprenden que cuando a ti se fundan,
te les entregarás, morena y perfumada.
Oscar Castro
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1 comentario:
Ya era hora que la Tierra tuviera su dia, y grandes verdades has escrito. Saludos
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